El rugido del 95’
No todas las tardes son iguales. Algunas pasan sin dejar huella. Pero otras se quedan tatuadas en la memoria de los aficionados a este bello deporte que tanto amamos.
Lo que vivimos el sábado en el TD Place no fue un simple partido. Fue una auténtica sacudida emocional. Un viaje al borde de la locura. Una película escrita con botines, sudor y el rugido indomable de una ciudad que no conoce la palabra “rendirse”.
Porque cuando el marcador decía empate, cuando el reloj sangraba los últimos segundos, Ottawa eligió no resignarse. Eligió creer. Y ese acto de fe, esa locura tan necesaria en el mundo del futbol se convirtió en historia.
EL PRIMER GOLPE
York United fue el primero en pegar. Altobelli, (con su tercer gol del campeonato) de cabeza hizo que el silencio se apoderara del estadio. Un silencio que dolía, que incomodaba pero que no duró.
Porque Atlético Ottawa respondió como lo hacen los equipos grandes. Primero, Samuel Salter cazó un balón suelto en el área de York y nos devolvió la sonrisa, la esperanza. Luego, Manny Aparicio sacó un disparo que huyó de la estirada del portero y se incrustó en la escuadra. Y con ello, la locura en la grada. La gente en la tribuna gritaba y por un instante parecía que la historia ya estaba escrita. Pero York, como buen antagonista, tenía preparado un último susto. Un centro de Ferrazzo se elevó y coló por donde nadie lo esperaba. Llegó el empate injusto y amargo.
Y entonces…
EL MINUTO QUE CAMBIÓ TODO.
Minuto 95. Última jugada. Balón parado, Kevin Santos cuelga el balón en el área. Y ahí estaba Noah Abatneh, el ex de York, el que no encajó, el que se fue y regresó con sed de revancha. Le pegó y el estadio estalló, Y en ese instante, Ottawa dejó de ser ciudad. Fue un solo grito, un abrazo inmenso entre desconocidos. Fue futbol en su forma más pura: emoción, redención y locura.
OTTAWA NO SÓLO GANA PARTIDOS, ESTÁ ESCRIBIENDO CAPÍTULOS.
Con esta victoria Atlético Ottawa sigue invicto, pero eso ya no es lo más importante. Lo que importa es lo que se siente, lo que vibra, lo que provoca, lo que deja en cada partido.
Este equipo no sólo está sumando puntos, está construyendo algo más profundo. Un vínculo con su gente, una identidad con carácter.
Y sí, puede que al final de la temporada ganemos o no el campeonato, pero lo que ya nadie nos quita es esta garra, este espíritu de lucha y esa fuerza de nunca bajar los brazos.
Nos vemos en la próxima batalla, que nadie te la cuente, vívela. Y si prefieres que te la contemos, entonces no te pierdas cada martes en YouTube tu programa desCPLazados donde la carnita de cada jornada se desmenuza con nuestro grupo de inexpertos y vendedores de humo.